Hace unas semanas, abría la entrada del blog refiriéndome a la contradicción asociada al énfasis que le he dado a los datos cuantitativos a la hora de analizar un fenómeno con tantos matices cualitativos como las políticas educativas. Sin embargo, en esta ocasión, le doy la mirada a algo eminentemente cualitativo, en este caso, el discurso de la ministra de educación de Colombia, María Fernanda Campo en el marco de la presentación del informe de la Fundación Compartir sobre docencia en Colombia.
Aunque se podría pensar que un discurso como este es básicamente un evento protocolario que poco o nada concreto dice, es interesante ver algunos de los puntos que la ministra identifica como problemáticos en relación con la mejora de la calidad en la docencia del país, siendo el primero el relacionado con la formación docente; la idea de una acreditación reestructurada y exhaustiva a los programas de licenciatura es un primer paso necesario a la hora de garantizar que los programas de licenciatura formen docentes de calidad, y mas importante aún, reconoce que para lograr dicho objetivo es necesaria también una reforma a nivel de las normales.
Resulta meritorio que desde el ministerio se reconozca la problemática asociada a la representación social del docente, el hecho que dicha carrera, en la actual idiosincrasia Colombiana, no es vista como una opción deseable por parte de los padres hacia sus hijos, en marcado contraste con el discurso político pro-educación que ha rondado en estas épocas electorales. En este sentido, la idea de becas y estímulos que hagan deseable la carrera de licenciatura para los bachilleres son un paso en la dirección adecuada, pero es aún mas importante que Campo reconozca, dentro del discurso, el papel que pueden llegar a tener los medios de comunicación en la presentación de una imagen constructiva y admirable del docente. Desde el punto de vista legal, también se reconoce la necesidad de la creación de un estatuto único para los docentes del país, dejando en claro que la evaluación docente, a pesar de los deseos de algunos sectores, es un inamovible.
En términos generales, la revisión al discurso gubernamental demuestra que se está haciendo un esfuerzo para lograr políticas que sean mas que un catálogo de buenas intenciones, como suele pasar en el matrimonio entre política y educación. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que estas políticas tienen un componente importante de efectividad a largo plazo, sugiriendo su carácter de políticas de estado que van mas allá de administraciones particulares, pero lo mas importante es que se reconoce que las políticas formuladas deben apuntar al fortalecimiento de la calidad en la educación antes que la entrega de beneficios y prebendas a los docentes.
paedagogo
Blog dedicado a comentar temas de actualidad educativa en Colombia, así como discutir temas relacionados con la enseñanza de lenguas extranjeras. Nuevas entradas cada miércoles.
miércoles, 12 de marzo de 2014
miércoles, 5 de marzo de 2014
La Identidad Está En El Acento
Una de las preguntas que dejaba en el aire la entrada de la semana pasada sobre la idea del hablador nativo como un profesor de idioma extranjero casi que automáticamente era la relacionada con la identidad cultural. Si bien esta pregunta es una pregunta que se refiere a elementos de una naturaleza claramente teórica, también se puede asociar con un aspecto mas tangible, como es el acento y las fonologías asociadas al primer idioma de los estudiantes del idioma extranjero en cuestión (Para propósitos de esta discusión, el inglés).
Volviendo a lo que originó esta discusión, es decir, las campañas de Open English, es posible ver como una de los puntos en los que la plataforma hace mayor énfasis a la hora de promocionarse es la ventaja que trae un profesor nativo a la hora de lograr una buena pronunciación.
La pregunta que cabe hacer en este caso es ¿Que hace que una pronunciación en particular sea mejor que las otras? Para responder esa pregunta, es necesario establecer un criterio de calidad objetivo, frente al cual, la eficiencia comunicativa puede ser un buen candidato, es decir, una pronunciación determinada puede ser considerada apropiada siempre y cuando quien la usa pueda ser comprendido de manera apropiada en un contexto cualquiera. Este criterio, de una naturaleza eminentemente funcional, tiene un amplio espectro que permite reconocer los efectos particulares de ciertos idiomas sobre la pronunciación de la lengua inglesa.
Un ejemplo que puede resultar muy familiar para nosotros los hispanoparlantes es la adición de una 'e' al comienzo de las palabras que inician con una 's', de tal manera que palabras como 'Star', 'Special' o 'Steven' se convierten en 'Estar' 'Especial' o 'Esteven'. Si bien este es un rasgo que identifica a los hispanoparlantes no es un rasgo que impida una comunicación efectiva, a diferencia, por ejemplo de la dificultad que tienen los hablantes árabes de distinguir entre los fonemas iniciales de las palabras 'Chair' y 'Share', lo que puede prestarse para algunas confusiones.
Sin embargo, esta no es la lógica adoptada por Open English (Y muchos otros servicios de enseñanza de lengua inglesa); comerciales como el que acompaña esta entrada (Y otros lanzados recientemente) refuerzan la idea que el efecto de la fonología propia, en este caso, la fonología española de Latino América es perjudicial para el 'Buen Inglés' (Lo que sea que eso signifique) y la única manera en la que se puede hablar ese buen inglés es aprendiéndolo a hablar como los nativos.
Así, a partir de esta lógica, vemos como se refuerza la relación de dependencia política y cultural que se puede asociar a la enseñanza de idiomas extranjeros, mientras se ataca la identidad cultural de quienes los aprenden y se ignora la dimensión de lengua franca adquirida por la lengua inglesa. Una realidad que debe ser entendida por, entre otras instancias, los programas de educación pública bilingüe que se llevan a cabo en Colombia y que han elegido ignorarla con consecuencias perjudiciales para el desarrollo de los mismos programas.
miércoles, 26 de febrero de 2014
El Pasaporte Como Credencial de Enseñanza
Los últimos años han visto el crecimiento y expansión de Open English, la plataforma en línea para el aprendizaje de la lengua inglesa que (De acuerdo a sus cifras) ha crecido casi que exponencialmente en su número de estudiantes matriculados, pasando de 5000 en 2010 a casi 70000 en la actualidad. Fundada por los venezolanos Andrés Moreno y Wilmer Sarmiento, la plataforma capitalizó en la necesidad a nivel empresarial de la adquisición de competencia en la lengua inglesa para ejecutivos, yendo mas allá del ámbito empresarial, y presentándose como una alternativa para que cualquiera pueda aprender lengua inglesa de forma rápida y efectiva.
A la hora de promocionarse fuera del mercado de 'Inglés para ejecutivos', Open English se ha apoyado en dos puntos para atraer estudiantes: El primero, la conveniencia asociada a aprender en el momento que uno pueda y quiera debido a su componente en línea, y el segundo, el plus que, según Open English, representa tener instructores angloparlantes como garantía de calidad y efectividad en el proceso de adquisición de la lengua (Para propósitos de discusión, en esta entrada uso el término 'Angloparlante' como sinónimo de 'Hablador nativo').
Este segundo punto es el que lleva a la discusión. Si bien la idea que un angloparlante está mejor calificado para enseñar la lengua inglesa por virtud sola de su nacionalidad no es nueva, las implicaciones de esta idea siempre resultan en un sentido, problemáticas, por otras dos razones. En un primer lugar, refuerza la idea, expuesta por autores como Bonny Norton sobre las relaciones de poder asociadas con la enseñanza de lenguas extranjeras, y como el que las enseña tiene un grado de poder sobre aquel que las está aprendiendo, una idea explorada con mas profundidad por la autora en su trabajo con mujeres inmigrantes en Canadá. Cuando Open English promociona como una de sus grandes ventajas el contar con instructores angloparlantes, refuerza esa relación de poder y todo lo asociado a ella, como la percepción de prestigio asociada con tener instructores angloparlantes y el desconocimiento de la capacidad de los instructores que no lo son, y de paso, invisibilizándolos dentro de la comunidad de enseñanza de lengua inglesa.
La segunda implicación tiene que ver con la contradicción que la postura de Open English representa dentro del actual paradigma. De la misma manera que el latín en el apogeo del imperio Romano, las dinámicas de globalización económica y política han convertido al inglés en una lingua franca, categoría de análisis que ya ha recibido atención por autores como Suresh Canagarajah y Julianne House, y en tanto lengua franca, utilizada en cada vez mayor proporción por hablantes que no tienen el inglés como primera lengua, la idea de un 'Acento correcto' o mejor que los otros pierde relevancia por cuanto la lengua deja de ser el patrimonio exclusivo de un grupo cultural.
Si bien este tema tiene otras dimensiones, como la relacionada con la identidad cultural, es necesario abrir una discusión como la de esta entrada con el fin de desvirtuar una idea alrededor de la idoneidad para enseñar lenguas extranjeras la cual ya no tiene relevancia y abrir una discusión al respecto.
A la hora de promocionarse fuera del mercado de 'Inglés para ejecutivos', Open English se ha apoyado en dos puntos para atraer estudiantes: El primero, la conveniencia asociada a aprender en el momento que uno pueda y quiera debido a su componente en línea, y el segundo, el plus que, según Open English, representa tener instructores angloparlantes como garantía de calidad y efectividad en el proceso de adquisición de la lengua (Para propósitos de discusión, en esta entrada uso el término 'Angloparlante' como sinónimo de 'Hablador nativo').
Este segundo punto es el que lleva a la discusión. Si bien la idea que un angloparlante está mejor calificado para enseñar la lengua inglesa por virtud sola de su nacionalidad no es nueva, las implicaciones de esta idea siempre resultan en un sentido, problemáticas, por otras dos razones. En un primer lugar, refuerza la idea, expuesta por autores como Bonny Norton sobre las relaciones de poder asociadas con la enseñanza de lenguas extranjeras, y como el que las enseña tiene un grado de poder sobre aquel que las está aprendiendo, una idea explorada con mas profundidad por la autora en su trabajo con mujeres inmigrantes en Canadá. Cuando Open English promociona como una de sus grandes ventajas el contar con instructores angloparlantes, refuerza esa relación de poder y todo lo asociado a ella, como la percepción de prestigio asociada con tener instructores angloparlantes y el desconocimiento de la capacidad de los instructores que no lo son, y de paso, invisibilizándolos dentro de la comunidad de enseñanza de lengua inglesa.
La segunda implicación tiene que ver con la contradicción que la postura de Open English representa dentro del actual paradigma. De la misma manera que el latín en el apogeo del imperio Romano, las dinámicas de globalización económica y política han convertido al inglés en una lingua franca, categoría de análisis que ya ha recibido atención por autores como Suresh Canagarajah y Julianne House, y en tanto lengua franca, utilizada en cada vez mayor proporción por hablantes que no tienen el inglés como primera lengua, la idea de un 'Acento correcto' o mejor que los otros pierde relevancia por cuanto la lengua deja de ser el patrimonio exclusivo de un grupo cultural.
Si bien este tema tiene otras dimensiones, como la relacionada con la identidad cultural, es necesario abrir una discusión como la de esta entrada con el fin de desvirtuar una idea alrededor de la idoneidad para enseñar lenguas extranjeras la cual ya no tiene relevancia y abrir una discusión al respecto.
miércoles, 19 de febrero de 2014
¿Como saber quien es el mas educado?
En el momento en el que empecé a planear la entrada de esta semana, me empecé a dar cuenta de una suerte de contradicción que, siento Yo, se ha venido gestando en el espíritu del blog. En entradas anteriores, he defendido la idea que el análisis de estadísticas por si solo no puede proveer una imagen completa del panorama sobre la efectividad de las políticas de educación; por otro lado, otras entradas se han valido de análisis estadísticos para proponer conclusiones y observaciones en relación a la efectividad de las políticas educativas.
En esta ocasión, la contradicción se sirve, de nuevo, de los buenos oficios de Javier Moreno para manifestarse. En esta ocasión, mediante el análisis hecho por Javier de los resultados del año 2013 obtenidos a nivel municipal en las pruebas Saber 11, las pruebas presentadas por los estudiantes de grado 11 en los colegios de Colombia.
El análisis, disponible en este vínculo, se concentra en los resultados de los colegios públicos habida cuenta de la proporción significativa de estudiantes del país matriculados en estas instituciones. Tal y como se presentan, los resultados dejan en claro el rezago de los estudiantes en su desempeño en matemáticas, tanto por si mismo, como cuando se compara con el desempeño en lenguaje. Un resultado que se hace aun mas preocupante si se tiene en cuenta que las posibilidades de inserción del país en las dinámicas del intercambio científico y tecnológico se verán afectadas si sus jóvenes salen del colegio y entran a las universidades con deficiencias en su conocimiento matemático.
Cuando estas estadísticas aparecen en forma gráfica, se podría pensar que se podrían visualizar patrones para adelantar conclusiones de mayor rango. Sin embargo, este no es exactamente el caso. Como lo muestran estos dos mapas, la distribución no tiene patrones que sean fácilmente discernibles, un eclecticísmo estadístico que se hace mas notable a la hora de ver los resultados de lenguaje. Aunque parece haber cierta concentración de resultados altos a lo largo de los departamentos de las cordilleras, esta no es lo suficientemente significativa como para arrojar conclusiones sólidas alrededor del nivel de desempeño de los estudiantes en estas regiones. Los municipios y departamentos de la costa pacífica muestran un desempeño particularmente bajo con respecto a los de las cordilleras, e incluso frente a los de los llanos orientales, aun cuando los datos de departamentos como Vaupés, parte del Amazonas y casi toda Vichada están ausentes.
En ambos mapas, el departamento de Antioquia plantea interrogantes interesantes. Durante la administración del actual gobernador Sergio Fajardo, el desarrollo del aparato educativo ha sido una prioridad, no en vano, Fajardo se refiere al departamento como 'Antioquia la mas educada', planteando, con razón, la pregunta sobre si el discurso del gobernador ha tenido efectividad o es solo eso, discurso con un matiz electorero. Comparando a Antioquia con otros departamentos como Cundinamarca (Incluyendo al Distrito Capital) o el Valle del Cauca, puede verse como la proporción de municipios de buen desempeño es mayor que otros departamentos (Aunque la diferencia no sea muy grande), lo que nos lleva a la primera conclusión que puede llegar a arrojar este análisis: Si queremos saber si las políticas educativas que se están implementando son efectivas, tenemos que esperar a que los estudiantes que las estén recibiendo lleguen a los puntos de su formación en los que son evaluados.
Pero mas importante aún, estos resultados ponen de manifiesto la falta de comunicación a nivel regional que resulta en departamentos vecinos cuyos municipios tienen resultados dispares. Una situación que debe ser atendida por el Ministerio de Educación en su rol de centralizador y coordinador para garantizar la construcción de una base de conocimiento en políticas de educación que pueda dar un sentido de continuidad y bases de trabajo para futuros desarrollos.
En ambos mapas, el departamento de Antioquia plantea interrogantes interesantes. Durante la administración del actual gobernador Sergio Fajardo, el desarrollo del aparato educativo ha sido una prioridad, no en vano, Fajardo se refiere al departamento como 'Antioquia la mas educada', planteando, con razón, la pregunta sobre si el discurso del gobernador ha tenido efectividad o es solo eso, discurso con un matiz electorero. Comparando a Antioquia con otros departamentos como Cundinamarca (Incluyendo al Distrito Capital) o el Valle del Cauca, puede verse como la proporción de municipios de buen desempeño es mayor que otros departamentos (Aunque la diferencia no sea muy grande), lo que nos lleva a la primera conclusión que puede llegar a arrojar este análisis: Si queremos saber si las políticas educativas que se están implementando son efectivas, tenemos que esperar a que los estudiantes que las estén recibiendo lleguen a los puntos de su formación en los que son evaluados.
Pero mas importante aún, estos resultados ponen de manifiesto la falta de comunicación a nivel regional que resulta en departamentos vecinos cuyos municipios tienen resultados dispares. Una situación que debe ser atendida por el Ministerio de Educación en su rol de centralizador y coordinador para garantizar la construcción de una base de conocimiento en políticas de educación que pueda dar un sentido de continuidad y bases de trabajo para futuros desarrollos.
miércoles, 12 de febrero de 2014
Políticas vs. Politización
Viene otra época electoral y, como suele ser costumbre, la educación se convierte en la cacareada palabra clave que usan todos los candidatos, desde el candidato a la alcaldía de un pueblo perdido en el Cesar, hasta el que encabeza las encuestas presidenciales. Y realmente tiene una explicación fácil. Como lo sugiere Richard Tamayo en Las 2 Orillas, la creencia de la educación como solución a los males de la sociedad hace que se convierta en una base fácil para las propuestas de los candidatos.
Y como suele pasar con esos términos manoseados hasta el hartazgo, las propuestas sobre el tema son mas bien sosas. En un ejercicio básico de análisis de discurso, es posible darse cuenta lo mucho que se habla y lo poco que se dice al respecto. Propuestas sosas como 'Asegurarnos que las profesoras les den afecto a los niños' o 'Invertir para tener una educación de calidad' se hacen mas y mas frecuentes, y volviendo al símil que presenta Tamayo en su columna, todos miran a la mas bonita, pero nadie baila con ella.
¿Cual es la consecuencia de todo ello? Las políticas educativas terminan por convertirse en una tierra de nadie, donde cualquiera puede llegar y hacer o decir lo que quiera y salirse con la suya. Un ejemplo claro es la preponderancia que ha adquirido la noción de cobertura. Cada candidato compite por decir quien es el que tendrá mas estudiantes matriculados, pero no dice donde van a estarlo, o como son los colegios en los que estarán. Compiten para ser el que mas colegios promete pero no dicen como serán esos colegios, y la promesa de ser el que mas recursos le de a la educación da pie a fenómenos de corrupción y malgasto de los recursos públicos. Recordemos por ejemplo, el escándalo de la Secretaría de Educación Distrital y la Red Alma Mater en 2011. La obsesión con los números como indicadores de gestión y calidad ha hecho que la formulación de políticas educativas se convierta en el reino de una tecnocracia in extremis que desconoce las sutilezas de las comunidades.
Al otro lado del péndulo están los sectores políticos que reconocen el botín político de las agremiaciones sindicales de docentes y apelan al denominador común mas bajo; reclamar como propias las banderas que son mas populistas y aseguran votos, independiente de la pertinencia de las mismas. Ante este panorama, la solución es la despolitización: Un esfuerzo y compromiso de los sectores y partidos políticos para desprender el componente gobiernista de sus políticas educativas, convertirlas en políticas de estado, donde los cambios en su curso obedecen a una intención genuina de mejorar su calidad en lugar de acomodar los intereses de la administración de turno.
Y como suele pasar con esos términos manoseados hasta el hartazgo, las propuestas sobre el tema son mas bien sosas. En un ejercicio básico de análisis de discurso, es posible darse cuenta lo mucho que se habla y lo poco que se dice al respecto. Propuestas sosas como 'Asegurarnos que las profesoras les den afecto a los niños' o 'Invertir para tener una educación de calidad' se hacen mas y mas frecuentes, y volviendo al símil que presenta Tamayo en su columna, todos miran a la mas bonita, pero nadie baila con ella.
¿Cual es la consecuencia de todo ello? Las políticas educativas terminan por convertirse en una tierra de nadie, donde cualquiera puede llegar y hacer o decir lo que quiera y salirse con la suya. Un ejemplo claro es la preponderancia que ha adquirido la noción de cobertura. Cada candidato compite por decir quien es el que tendrá mas estudiantes matriculados, pero no dice donde van a estarlo, o como son los colegios en los que estarán. Compiten para ser el que mas colegios promete pero no dicen como serán esos colegios, y la promesa de ser el que mas recursos le de a la educación da pie a fenómenos de corrupción y malgasto de los recursos públicos. Recordemos por ejemplo, el escándalo de la Secretaría de Educación Distrital y la Red Alma Mater en 2011. La obsesión con los números como indicadores de gestión y calidad ha hecho que la formulación de políticas educativas se convierta en el reino de una tecnocracia in extremis que desconoce las sutilezas de las comunidades.
Al otro lado del péndulo están los sectores políticos que reconocen el botín político de las agremiaciones sindicales de docentes y apelan al denominador común mas bajo; reclamar como propias las banderas que son mas populistas y aseguran votos, independiente de la pertinencia de las mismas. Ante este panorama, la solución es la despolitización: Un esfuerzo y compromiso de los sectores y partidos políticos para desprender el componente gobiernista de sus políticas educativas, convertirlas en políticas de estado, donde los cambios en su curso obedecen a una intención genuina de mejorar su calidad en lugar de acomodar los intereses de la administración de turno.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Qui docet docere?
En aras de la transparencia y antes del inicio de esta entrada quiero aclarar que en mi calidad de docente de la Secretaría de Educación Distrital, estoy afiliado a la Asociación Distrital de Educadores - ADE, desde octubre de 2010. Dicha afiliación en ningún momento compromete mis puntos de vista alrededor de los temas expuestos en esta entrada en particular, o el blog en general.
La entrada inaugural de este blog, que discutía algunas de las implicaciones asociadas a los resultados en las pruebas PISA por parte de los estudiantes colombianos, aclaraba como este es un problema multidimensionado en el que las políticas públicas solo llevan parte de la responsabilidad en toda la situación, y en el que los docentes tienen un grado de responsabilidad que no han podido (O no han querido) asumir.
Para darle una mirada a este tema, debemos tener en cuenta una complicada realidad que apunta a como, en Colombia, la profesión docente goza de tan poca estima social, no en vano, las elecciones presidenciales de hace cuatro años vieron como Juan Manuel Santos usaba de manera condescendiente el título 'Profesor' para debatir con Antanas Mockus. Como consecuencia de esta poca estima social hacia la profesión docente, esta no es una profesión que sea buscada por los jóvenes bachilleres que eligen continuar su educación al finalizar el colegio, como lo sugiere este editorial de El Espectador, que hace eco de las estadísticas que se han citado en otras ocasiones sobre la calidad de los estudiantes que llegan a las carreras de licenciatura, dejando en el aire una pregunta inquietante, ¿Si los que fueron estudiantes mediocres ahora son profesores, que educación están recibiendo los que ahora son estudiantes?
El hecho que sea una pregunta tan cargada hace que hacerla sea difícil y responderla aun mas; puede ser fácilmente interpretada como un ataque ad hominem a los docentes, ángulo que ha sido aprovechado hábilmente por instancias sindicales, como es el caso de FECODE, que a lo largo de los años, ha montado un elaborado discurso alrededor de la idea de evaluación docente (Uno de los temas en el corazón de la pregunta), afirmando que es un artilugio neoliberal y poniéndole el odioso remoquete de 'Evaluación - Sanción', mientras que se aferran a la tesis de la docencia escolar como actividad exclusiva a quienes tienen escrito 'Licenciado' o 'Licenciada' en su diploma universitario y oponiéndose de forma casi fanática a la idea que lleguen profesionales no licenciados a las aulas de clase.
Volviendo al tema de los efectos de la poca estima social de la profesión docente, se podría argumentar que los esfuerzos en lograr estabilidad salarial y laboral a los docentes, y los estímulos en escalafón basados en formación de posgrado (Entre otros) han sido esfuerzos para atraer a los profesionales a la docencia, sin embargo, estos esfuerzos han tenido un efecto infortunado en la medida que lejos de atraer 'sangre nueva' al magisterio, la han convertido en una especie de escampadero, donde el cumplimiento de estándares mínimos de calidad laboral y educativa es necesario para garantizar la permanencia y la excelencia no es reconocida o estimulada de forma significativa.
En este escenario, sería razonable afirmar que, independientemente de la efectividad de los esfuerzos institucionales para incrementar la calidad docente, es evidente que buena parte de la responsabilidad actual recae en los docentes y en las organizaciones que han constituido, las cuales, se han dedicado mas a pedir reivindicaciones desde lo sindical, pero han hecho poco para una constitución gremial efectiva que tenga su importancia como garantes de calidad educativa.
ADDENDUM: Después de publicada la entrada, me encontré, gracias a Francisco Mejía, con esta entrada en el blog Desarrollo con Impacto, escrita por Rosangela Bando que plantea tres puntos muy claros para hacer efectiva la evaluación docente.
La entrada inaugural de este blog, que discutía algunas de las implicaciones asociadas a los resultados en las pruebas PISA por parte de los estudiantes colombianos, aclaraba como este es un problema multidimensionado en el que las políticas públicas solo llevan parte de la responsabilidad en toda la situación, y en el que los docentes tienen un grado de responsabilidad que no han podido (O no han querido) asumir.
Para darle una mirada a este tema, debemos tener en cuenta una complicada realidad que apunta a como, en Colombia, la profesión docente goza de tan poca estima social, no en vano, las elecciones presidenciales de hace cuatro años vieron como Juan Manuel Santos usaba de manera condescendiente el título 'Profesor' para debatir con Antanas Mockus. Como consecuencia de esta poca estima social hacia la profesión docente, esta no es una profesión que sea buscada por los jóvenes bachilleres que eligen continuar su educación al finalizar el colegio, como lo sugiere este editorial de El Espectador, que hace eco de las estadísticas que se han citado en otras ocasiones sobre la calidad de los estudiantes que llegan a las carreras de licenciatura, dejando en el aire una pregunta inquietante, ¿Si los que fueron estudiantes mediocres ahora son profesores, que educación están recibiendo los que ahora son estudiantes?
El hecho que sea una pregunta tan cargada hace que hacerla sea difícil y responderla aun mas; puede ser fácilmente interpretada como un ataque ad hominem a los docentes, ángulo que ha sido aprovechado hábilmente por instancias sindicales, como es el caso de FECODE, que a lo largo de los años, ha montado un elaborado discurso alrededor de la idea de evaluación docente (Uno de los temas en el corazón de la pregunta), afirmando que es un artilugio neoliberal y poniéndole el odioso remoquete de 'Evaluación - Sanción', mientras que se aferran a la tesis de la docencia escolar como actividad exclusiva a quienes tienen escrito 'Licenciado' o 'Licenciada' en su diploma universitario y oponiéndose de forma casi fanática a la idea que lleguen profesionales no licenciados a las aulas de clase.
Volviendo al tema de los efectos de la poca estima social de la profesión docente, se podría argumentar que los esfuerzos en lograr estabilidad salarial y laboral a los docentes, y los estímulos en escalafón basados en formación de posgrado (Entre otros) han sido esfuerzos para atraer a los profesionales a la docencia, sin embargo, estos esfuerzos han tenido un efecto infortunado en la medida que lejos de atraer 'sangre nueva' al magisterio, la han convertido en una especie de escampadero, donde el cumplimiento de estándares mínimos de calidad laboral y educativa es necesario para garantizar la permanencia y la excelencia no es reconocida o estimulada de forma significativa.
En este escenario, sería razonable afirmar que, independientemente de la efectividad de los esfuerzos institucionales para incrementar la calidad docente, es evidente que buena parte de la responsabilidad actual recae en los docentes y en las organizaciones que han constituido, las cuales, se han dedicado mas a pedir reivindicaciones desde lo sindical, pero han hecho poco para una constitución gremial efectiva que tenga su importancia como garantes de calidad educativa.
ADDENDUM: Después de publicada la entrada, me encontré, gracias a Francisco Mejía, con esta entrada en el blog Desarrollo con Impacto, escrita por Rosangela Bando que plantea tres puntos muy claros para hacer efectiva la evaluación docente.
miércoles, 29 de enero de 2014
Coberturas y Burbujas
Javier Moreno, matemático colombiano residente en Canadá y columnista ocasional del diario El Espectador, ha compartido conmigo una serie de mapas sobre cobertura escolar que arrojan conclusiones interesantes sobre el asunto de cobertura escolar en primaria.
Los mapas (Disponibles en su versión de tamaño original en este vínculo que recomiendo abrir), nos muestran dos proporciones: La primera, la de niños en transición y primaria sobre el total de niños de 5 a 15 años en el departamento, seguida de la proporción de estudiantes de bachillerato entre niños y jóvenes de 10 a 20 años en cada departamento.
Para entender lo que nos dice el primer mapa, debemos tener en cuenta que en el rango de 5 a 15 años de edad, aproximadamente 5-6 años se pasan en la educación preescolar y primaria; en un escenario en el cual el niño entra al preescolar alrededor de los 5 o 6 años y entra a la secundaria sobre los 11 años podríamos asumir que aproximadamente entre el 50 y 60% de niños en ese grupo etáreo deberían estar matriculados entre preescolar y primaria, una proporción que se cumple a grandes rasgos en buena parte del territorio nacional, siendo Guaviare una excepción notable por lo alarmantemente baja, mientras que Casanare, Chocó y los departamentos del norte de Colombia como Magdalena, César y Guajira muestran niveles inusualmente altos. Mientras que el caso de Guaviare nos habla de niveles muy bajos de cobertura o de un fracaso de las iniciativas gubernamentales para garantizar la matrícula, los otros departamentos nos muestran situaciones de altos niveles de población extraedad, niños de 12 años o mas que aun estén cursando la primaria, lo que trae consecuencias en términos de calidad educativa y convivencia en el aula de clases.
El segundo mapa presenta una situación que aunque similar en algunos casos a la del primero, es en otros mas dramática. Acá debemos tomar en cuenta que del rango de 10-20 años, los estudiantes pasan aproximadamente unos seis o siete años, asumiendo que entren a la secundaria sobre los 11 o 12 años y se gradúen sobre los 17 o 18 años (Reconociendo la posibilidad de los estudiantes graduados bordeando los 19), una proporción entre el 0.5 y el 0.7. Podemos ver como buena parte de los departamentos se mantienen dentro de esa proporción. Sin embargo, los departamentos que están fuera de la media tienden a estar en la parte baja de la distribución, como es el caso del Chocó, y las alarmantemente bajas proporciones de los llanos orientales y la Guajira, que apuntan a posibles situaciones de deserción escolar una vez completan la primaria.
En términos generales, los mapas (Especialmente el segundo) apuntan a la tendencia de las políticas de cobertura y calidad a la centralización regional, es decir, su efectividad en el distrito capital y las regiones donde el gobierno central logra tener influencia, mientras que la periferia está rezagada, en algunos casos, de manera alarmante. Resulta claro que las políticas institucionales de cobertura han tenido un efecto sensible, sin embargo, también es claro que esto es dependiente de la presencia institucional y en algunos casos, de consideraciones culturales (Estoy pensando en la Guajira y estoy consciente que es una afirmación aventurada). Estos dos mapas presentan conclusiones interesantes que deben ser tenidas en cuenta y analizadas.
(Los datos utilizados por Javier para la elaboración del mapa están disponibles acá. )
Para entender lo que nos dice el primer mapa, debemos tener en cuenta que en el rango de 5 a 15 años de edad, aproximadamente 5-6 años se pasan en la educación preescolar y primaria; en un escenario en el cual el niño entra al preescolar alrededor de los 5 o 6 años y entra a la secundaria sobre los 11 años podríamos asumir que aproximadamente entre el 50 y 60% de niños en ese grupo etáreo deberían estar matriculados entre preescolar y primaria, una proporción que se cumple a grandes rasgos en buena parte del territorio nacional, siendo Guaviare una excepción notable por lo alarmantemente baja, mientras que Casanare, Chocó y los departamentos del norte de Colombia como Magdalena, César y Guajira muestran niveles inusualmente altos. Mientras que el caso de Guaviare nos habla de niveles muy bajos de cobertura o de un fracaso de las iniciativas gubernamentales para garantizar la matrícula, los otros departamentos nos muestran situaciones de altos niveles de población extraedad, niños de 12 años o mas que aun estén cursando la primaria, lo que trae consecuencias en términos de calidad educativa y convivencia en el aula de clases.
El segundo mapa presenta una situación que aunque similar en algunos casos a la del primero, es en otros mas dramática. Acá debemos tomar en cuenta que del rango de 10-20 años, los estudiantes pasan aproximadamente unos seis o siete años, asumiendo que entren a la secundaria sobre los 11 o 12 años y se gradúen sobre los 17 o 18 años (Reconociendo la posibilidad de los estudiantes graduados bordeando los 19), una proporción entre el 0.5 y el 0.7. Podemos ver como buena parte de los departamentos se mantienen dentro de esa proporción. Sin embargo, los departamentos que están fuera de la media tienden a estar en la parte baja de la distribución, como es el caso del Chocó, y las alarmantemente bajas proporciones de los llanos orientales y la Guajira, que apuntan a posibles situaciones de deserción escolar una vez completan la primaria.
En términos generales, los mapas (Especialmente el segundo) apuntan a la tendencia de las políticas de cobertura y calidad a la centralización regional, es decir, su efectividad en el distrito capital y las regiones donde el gobierno central logra tener influencia, mientras que la periferia está rezagada, en algunos casos, de manera alarmante. Resulta claro que las políticas institucionales de cobertura han tenido un efecto sensible, sin embargo, también es claro que esto es dependiente de la presencia institucional y en algunos casos, de consideraciones culturales (Estoy pensando en la Guajira y estoy consciente que es una afirmación aventurada). Estos dos mapas presentan conclusiones interesantes que deben ser tenidas en cuenta y analizadas.
(Los datos utilizados por Javier para la elaboración del mapa están disponibles acá. )
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