miércoles, 12 de marzo de 2014

La Palabra Gubernamental

Hace unas semanas, abría la entrada del blog refiriéndome a la contradicción asociada al énfasis que le he dado a los datos cuantitativos a la hora de analizar un fenómeno con tantos matices cualitativos como las políticas educativas. Sin embargo, en esta ocasión, le doy la mirada a algo eminentemente cualitativo, en este caso, el discurso de la ministra de educación de Colombia, María Fernanda Campo en el marco de la presentación del informe de la Fundación Compartir sobre docencia en Colombia.

Aunque se podría pensar que un discurso como este es básicamente un evento protocolario que poco o nada concreto dice, es interesante ver algunos de los puntos que la ministra identifica como problemáticos en relación con la mejora de la calidad en la docencia del país, siendo el primero el relacionado con la formación docente; la idea de una acreditación reestructurada y exhaustiva a los programas de licenciatura es un primer paso necesario a la hora de garantizar que los programas de licenciatura formen docentes de calidad, y mas importante aún, reconoce que para lograr dicho objetivo es necesaria también una reforma a nivel de las normales. 

Resulta meritorio que desde el ministerio se reconozca la problemática asociada a la representación social del docente, el hecho que dicha carrera, en la actual idiosincrasia Colombiana, no es vista como una opción deseable por parte de los padres hacia sus hijos, en marcado contraste con el discurso político pro-educación que ha rondado en estas épocas electorales. En este sentido, la idea de becas y estímulos que hagan deseable la carrera de licenciatura para los bachilleres son un paso en la dirección adecuada, pero es aún mas importante que Campo reconozca, dentro del discurso, el papel que pueden llegar a tener los medios de comunicación en la presentación de una imagen constructiva y admirable del docente. Desde el punto de vista legal, también se reconoce la necesidad de la creación de un estatuto único para los docentes del país, dejando en claro que la evaluación docente, a pesar de los deseos de algunos sectores, es un inamovible.

En términos generales, la revisión al discurso gubernamental demuestra que se está haciendo un esfuerzo para lograr políticas que sean mas que un catálogo de buenas intenciones, como suele pasar en el matrimonio entre política y educación. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que estas políticas tienen un componente importante de efectividad a largo plazo, sugiriendo su carácter de políticas de estado que van mas allá de administraciones particulares, pero lo mas importante es que se reconoce que las políticas formuladas deben apuntar al fortalecimiento de la calidad en la educación antes que la entrega de beneficios y prebendas a los docentes.

miércoles, 5 de marzo de 2014

La Identidad Está En El Acento

Una de las preguntas que dejaba en el aire la entrada de la semana pasada sobre la idea del hablador nativo como un profesor de idioma extranjero casi que automáticamente era la relacionada con la identidad cultural. Si bien esta pregunta es una pregunta que se refiere a elementos de una naturaleza claramente teórica, también se puede asociar con un aspecto mas tangible, como es el acento y las fonologías asociadas al primer idioma de los estudiantes del idioma extranjero en cuestión (Para propósitos de esta discusión, el inglés).

Volviendo a lo que originó esta discusión, es decir, las campañas de Open English, es posible ver como una de los puntos en los que la plataforma hace mayor énfasis a la hora de promocionarse es la ventaja que trae un profesor nativo a la hora de lograr una buena pronunciación. 


La pregunta que cabe hacer en este caso es ¿Que hace que una pronunciación en particular sea mejor que las otras? Para responder esa pregunta, es necesario establecer un criterio de calidad objetivo, frente al cual, la eficiencia comunicativa puede ser un buen candidato, es decir, una pronunciación determinada puede ser considerada apropiada siempre y cuando quien la usa pueda ser comprendido de manera apropiada en un contexto cualquiera. Este criterio, de una naturaleza eminentemente funcional, tiene un amplio espectro que permite reconocer los efectos particulares de ciertos idiomas sobre la pronunciación de la lengua inglesa. 

Un ejemplo que puede resultar muy familiar para nosotros los hispanoparlantes es la adición de una 'e' al comienzo de las palabras que inician con una 's', de tal manera que palabras como 'Star', 'Special' o 'Steven' se convierten en 'Estar' 'Especial' o 'Esteven'. Si bien este es un rasgo que identifica a los hispanoparlantes no es un rasgo que impida una comunicación efectiva, a diferencia, por ejemplo de la dificultad que tienen los hablantes árabes de distinguir entre los fonemas iniciales de las palabras 'Chair' y 'Share', lo que puede prestarse para algunas confusiones.

Sin embargo, esta no es la lógica adoptada por Open English (Y muchos otros servicios de enseñanza de lengua inglesa); comerciales como el que acompaña esta entrada (Y otros lanzados recientemente) refuerzan la idea que el efecto de la fonología propia, en este caso, la fonología española de Latino América es perjudicial para el 'Buen Inglés' (Lo que sea que eso signifique) y la única manera en la que se puede hablar ese buen inglés es aprendiéndolo a hablar como los nativos.

Así, a partir de esta lógica, vemos como se refuerza la relación de dependencia política y cultural que se puede asociar a la enseñanza de idiomas extranjeros, mientras se ataca la identidad cultural de quienes los aprenden y se ignora la dimensión de lengua franca adquirida por la lengua inglesa. Una realidad que debe ser entendida por, entre otras instancias, los programas de educación pública bilingüe que se llevan a cabo en Colombia y que han elegido ignorarla con consecuencias perjudiciales para el desarrollo de los mismos programas.